sábado, 7 de febrero de 2015

El "afeminado" del Barroco…


Es de conocimiento de todos que la temática principal de la ópera del Barroco ha sido en su mayoría el amor, o ese duelo en algunos casos entre el deber y el amor y que además esta completamente ligada a la figura del “Castrato ” o “Capón”, término con el que se conocía a estos cantantes en la región de España, y pues  como ejemplo tenemos numerosas óperas y diversos compositores que hacen gala de esto, entre las más conocidas por orden cronológico de composición tenemos:  “La coronación de Popea” donde el enamorado Nerón, está escrito para un soprano Masculino, “Il Giasone” o Jasón de Francesco Cavalli donde el rol de este mismo enamorado de Medea, estaba escrito para un mezzosoprano Masculino y más adelante tantos roles conocidos como Giulio Cesare  de Handel o el enamorado Armida o Bertarido de “Partenope” y Rodelinda respectivamente del mismo compositor y pues talvez uno de los más conocidos el Orfeo de “Orfeo y Eurídice” de Gluck.
Ahora, que relación encierra  el amor, los castrati y la opera?.
En esta época se tenía un concepto muy interesante del “enamoramiento”, se creía que este sentimiento era una característica atribuible más a la mujeres por lo tanto típicamente femenina, cuando un hombre estaba enamorado era pues porque estaba influido por lo femenino por lo tanto estaba “Afeminado”, palabra que no tiene el mismo significado en la actualidad, ya que en la época se asemejaba más al concepto de “Mujeriego”…. Y bueno pues, al estar influenciado por lo femenino, también se trataba de mostrar en las cualidades vocales o el timbre que tenían estos roles que eran representados por los castrados en su mayoría contraltos, puesto que permitía que los matices y disonancias típicas de la música de la época que eran utilizados en los dúos de amor con los roles femeninos, sonasen con un brillo particular exquisito al oído del espectador. 

Por: Rodrigo Alcoreza Portillo (Contratenor)



Duo de Amor de "La coronación de Popea" de Monteverdi

martes, 15 de noviembre de 2011

La castración


La Castración


La castracion de Urano - Caravaggio

La castración de adolescentes y de adultos era un práctica, “bárbara “,  que se realizaba ya  desde tiempos remotos, ésta podía conllevar distintas razones justificables o no a criterio del lector.
Se tiene como un primer antecedente, que fue aplicada a los hombres como un castigo o como un supuesto método curativo ante distintas enfermedades.
También se cuenta que, Guerreros victoriosos decidieron frecuentemente hacer castrar a sus prisioneros, como medida ideal para doblegar sus espíritus y hacerlos más sumisos a la esclavitud, (basados en la consideración de que los animales al ser castrados se vuelven de temperamento más dócil) asegurándose además, que el odiado enemigo no tuviera la posibilidad de reproducirse, pero para entender mejor esta temática en cuestión es preciso puntualizar los distintos posibles orígenes, conceptos y significados de la palabra “esclavo “ que, como se podrá ver a continuación, esta completamente ligada con la castración.
Hay dos factores en esta palabra, que dan que pensar: primero, el hecho de que castrare en latín signifique indistintamente castrar y podar. Eso es así porque la raíz indoeuropea castr- ya nos viene con el significado genérico de cortar (en sánscrito castram es un instrumento cortante). El segundo factor de duda es la palabra castra, que significa "campamento". Son tan afines las dos palabras, que uno tiene la sospecha de que castra (necesariamente plural) sean "las talas", es decir la acumulación de árboles talados para formar con ellos las empalizadas (de palos) y fortificaciones, que en origen fueron siempre producto de talas. De todos modos hay una afinidad objetiva entre la poda y la castración, y es que al igual que el árbol podado da más fruto, el macho castrado da más carne. Si fue esa analogía la que indujo a asignar el mismo nombre a la poda y a la castración, es difícil saberlo. Tenemos un tercer uso de la palabra castrar en nuestra lengua, que es "quitar panales de miel a las colmenas", pero de manera que las abejas vuelvan a reconstruirlos.
Pero más profundas son las meditaciones que provoca el análisis de la palabra esclavo. Empecemos por ciclán. Según el diccionario de María Moliner procede del árabe siklab, "eunuco", que a su vez procede del griego sklavos. Se aplica al animal que le falta un testículo o que los tiene ocultos. Dejo para otro momento averiguar de dónde ha podido salir ese "sklavos" griego, porque la palabra que emplea el griego clásico para denominar al esclavo es douloV (dúlos). Una palabra más, encontrada al azar en la Larousse, ayuda a reforzar este enfoque: saqaliba: voz árabe, plural de siklabi, esclavo. Se llamaba así en al-Andalus a los esclavos, normalmente de origen europeo, adscritos a la corte y a casas aristocráticas, o que trabajaban en el campo. Se obtenían de las guerras y de la piratería. El comercio de estos esclavos se centraba en Verdún (Francia), donde se castraba a los esclavos destinados a los harenes. El precio que adquirían estos esclavos era muy elevado porque había que cargar en el que sobrevivía, el costo de los que morían en la operación, que eran muchos. Siendo esto así, es evidente que no castraban por ejemplo a los esclavos destinados a la agricultura, porque hubiese constituido un incremento absurdo del precio. Pero igualmente se les llamaba a todos "saqaliba", en rigor "eunucos", porque era el nombre de mayor categoría.
Así en la antigua Grecia, se castraron a los prisioneros de guerra jóvenes, para que estos trabajen como esclavos en los burdeles masculinos.
Otro dato lo encontramos en las Grandes Cortes Orientales y en el Establecimiento Imperial Bizantino, donde los eunucos sirvieron en grandes  números. Algunos de ellos color de rosa a las posiciones de la gran influencia.
Éstos solamente bajo los mandatos bíblicos, estaban excluidos de la “Congregación del Señor”;  como lo indica  el siguiente pasaje:

No entrara en la congregación de Jehová el que tenga magullados los testículos, o amputado su miembro viril”.   (Deuteronomio 23:1)

Por otra parte, la creencia en cierto período histórico de que algunas enfermedades como la hernia, la gota, la epilepsia, la lepra y aún la locura podían tratarse favorablemente gracias a esta práctica, fue suficiente excusa para adoptarla con increíble asiduidad.

La  Castración o Eviración Sacra
En Asia Menor y Oriente la Eviración Sacra estuvo muy difundida de la antigüedad. Los adeptos al culto de Artemisa Efesia eran vírgenes y eunucos. Los sacerdotes de Cibeles llamados Galli eran expresamente castrados antes de ejercer su ministerio para evocar el mito de la eviración de Attis, el pastor Frigio dedicado al culto de Cibeles. Attis tuvo a pesar de ello relaciones sexuales con la ninfa Sangaris por lo que enfurecida Cibeles, dio muerte a la náyade y volvió loco a Attis que perseguido y golpeado por las furias huyó a un bosque donde por escapar al suplicio, se amputó los genitales con una piedra afilada. La tradición se la atribuye a Semiramis, la reina de las Amazonas, el haber hecho practicar por primera vez la castración.
La castración sacra, era distinta de la practicada desde muy remotos tiempos; donde se la realizaba: para obtener eunucos que cuidasen de los harenes o las castraciones punitivas de los árabes o la castración como práctica cultural entre los hotentotes (castración unilateral), o las practicadas en la isla de Puna en Ecuador, Micronesia y Etiopía.
La Dea Syria o diosa de Herápolis, como los dioses primitivos de los pueblos mediterráneos (casi todos de origen egipcio) eran honrados con la castración de sus fieles, ceremonia que se efectuaba en público, los días de fiestas principales. También los sacerdotes de Milita en Babilonia y Fenicia eran castrados como los de Cibeles Frigia.

Dentro de la Mitología la historia más conocida sobre la castración es la del Dios Urano.
Urano retenía a sus hijos en el seno de su madre cuando estaban a punto de nacer. Gea urdió un plan para vengar el ultraje: talló una hoz de pedernal y pidió ayuda a sus hijos. Solo Crono, el menor de ellos, estuvo dispuesto a cumplir con su obligación, emboscó a su padre cuando yacía con su madre, y lo castró con la hoz, arrojando los genitales tras él.
Al salpicar la sangre, Gea la recogió, y de ella surgieron los Gigantes, las Erinias, las Melias. Los genitales de Urano produjeron una espuma de la que nació Afrodita.
Urano vaticinó que los titanes tendrían un castigo justo por su crimen, anticipando la victoria de Zeus sobre Crono.
Otra versión cuenta que Urano arroja a sus primeros hijos (los Hecatónquiros y los Cíclopes) al Tártaro, y Gea, irritada, persuade al resto de sus hijos (los Titanes) para que ataquen a su padre con la hoz. Derrotado Urano, los Titanes rescatan a los arrojados en el Tártaro para que aseguren el dominio de Crono.
  

Exoletus es un término latino, el participio perfecto pasivo del verbo exolescere que significa desgastar con la edad. Se cree que en la antigua Roma se aplicaba la palabra para referirse a determinado tipo de prostitutos homosexuales, de aspecto rudo y velludo en contraposición a los adolescentes prostitutos, catamitas.

amigos depilados o pueri delicati, aquellos jovencitos a los que se les afeitaba para lograr una apariencia más delicada y gozosa


martes, 8 de noviembre de 2011

El negocio clandestino de la castración

La moda de la castración de niños con fines musicales parece limitarse sólo a Italia y un poco a Alemania. En ambos países había eunucos en los coros eclesiásticos ya en el siglo XVI y en 1640 habían castrati en todos los coros de Italia. Pero era ilegal. Excomulgaban a quienes se sometieran a la operación y condenaban a quienes la realizaban porque había una ley de derecho canónico y civil que prohibía la amputación deliberada de cualquier parte del cuerpo

Paradójicamente, la Iglesia de Roma lo toleró. El Papa Clemente VIII (1536-1605) autorizó la castración sólo ad Gloriam Dei (por la gloria de Dios). La música de la época requería voces con registros muy agudos. Alguien tenía que cantar esas partes más altas en los coros, y no les servían ni los niños ni las mujeres.

El inconveniente de los niños era que, cuando adquirían la técnica necesaria para poder competir con un castrato, llegaban a la pubertad y les cambiaba la voz.

Así apareció un negocio clandestino que realizaban cirujanos y hasta barberos. Poco se sabe de quienes hacían las castraciones.

Se considera que los mejores cirujanos procedían de Bolonia, pero se sabe que incluso los barberos hacían ese trabajo.

En Milán, Venecia, Bolonia, Florencia, Roma, Nápoles,… y en todas partes se decía que tales operaciones se realizaban en la ciudad vecina: “Los italianos están tan avergonzados de ello que en cada provincia lo transfieren a otra”.

Por otro lado, lo normal era decir que la pérdida de atributos masculinos había sido causada por una enfermedad o accidente, como una patada o una cornada.

La operación, paso a paso

Había varias formas de realizar la castración, según un “Tratado de 1718 titulado Exposición del eunuquismo”

1. La menos mutilante consistía en cortar los cordones espermáticos (que forman los conductos deferentes y los vasos sanguíneos). Después de eso, los testículos se atrofiaban.

2. Otra consistía en bañar al niño en agua caliente para que los testículos estuviesen más "tratables". «Un rato después, presionaban la vena yugular, lo que hacía que los pacientes se volviesen tan insensibles que entraban en una especie de apoplejía y la operación se realizaba con escaso o ningún dolor».

3. A veces, se le administraba «una cierta cantidad de opio» al niño, y se le extraían del todo los testículos. La mayoría de éstos moría, seguramente por la cantidad indeterminada de opio, por hemorragia o por sepsis, según apunta el doctor Jenkins.

4. Había otra técnica que se basaba en sumergir al niño en un baño de leche caliente con especias para tranquilizarlo, se lo sedaba con brebajes a base de opio o se los embriagaba hasta que estén inconscientes y se le amputaba ésta parte del cuerpo.

Eran privados de su fertilidad y el respeto de mucha gente por la fama y las riquezas que conllevaba este fenómeno que de principio favorecía a padres pobres pero muy ambiciosos.

viernes, 28 de mayo de 2010

El Barroco: Voz, belleza musical

“La música nació como una necesidad del hombre para unir la parte humana con la parte cósmica, es el primer indicio que tiene el hombre para poder expresar lo que siente”
Ya a principios del s. XVII era frecuente hallar los llamados falsetti o falsetistas en los coros religiosos. No eran castrados sino varones cuya voz había sido educada para cantar en tonos agudos, llamados "de cabeza". Los cantantes de la Edad Media ya conocían la voz de pecho, la voz de garganta y la voz de cabeza, así como los adornos del canto tales: crispatio, trepidatio, reverberatio, virulae, tremulae, copula, hocheti o notas picadas (el pichettato actual). Había refranes dando consejos higiénicos para los cantantes como "Mujer, vino, manzana y nuez son dañinos para la voz" y en general se recomendaba la sobriedad. Algunos se alimentaban sobre todo de legumbres por lo que se les llamó "fabari" (comedores de habas).
Cuando el primer castrado, del que tenemos noticia fue contratado para cantar en la Capilla Sixtina de Roma (el P. Gerolamo Rosini da Perugia), los falsetistas que formaban parte del coro, no quisieron cantar con él.
La conservación de la voz infantil aguda, como soprano o contralto, se mantenía hasta la edad adulta bien fuera por la educación de la voz sin castrar (falsetistas) o por medio de la castración en la infancia antes de llegar al cambio de voz de la pubertad, con lo cual la laringe no se modificaba y conservaba la voz de timbre agudo. En ambos casos la educación de la voz requería largos años de estudio y sacrificios, a las órdenes de un maestro del canto, para obtener una especial dulzura del timbre de voz y el fiato larguísimo. El paso de la voz de pecho a la de falsete, requería mucho estudio y dedicación. La castración infantil con estos fines estuvo siempre prohibida por la ley, pero hubo tal tolerancia que se calcula que más de 4.000 niños fueron castrados en Italia durante el s. XVIII, especialmente cuando el melodrama italiano se enriqueció con estas voces, algunas de las cuales fueron mundialmente famosas como veremos más adelante y a las cuales dedicaremos en especial un capítulo.
Los padres no dudaban en sacrificar la fertilidad de sus hijos casi siempre procedentes de familias muy humildes, pensando que así les proporcionarían un excelente porvenir ya que los "castrados" a los que se educaba la voz eran muy bien pagados y amasaban grandes fortunas. Como también se enriquecieron algunos médicos que se dedicaron a practicar las intervenciones quirúrgicas necesarias para la eviración.
Fue realmente una época de gran virtuosismo en el llamado "bel canto". La razón principal para la fabricación de voces blancas en varones por medio de la castración fue la prohibición de los Papas de que las mujeres cantasen en los coros de las iglesias y en los teatros de los Estados Papales. Los Papas se basaban para ordenar esta prohibición en una errónea interpretación de un pasaje de la I Epístola de San Pablo a los Corintios (14: 34-36) en la que dice:
"Como en todas las Iglesias de los Santos, las mujeres cállense en las Asambleas, que no les está permitido tomar la palabra, antes bien estén sumisas como también la Ley lo dice. Si quieren aprender algo, pregúntenselo a sus propios maridos en casa, pues es indecoroso que la mujer hable en la Asamblea". Corintios (14: 34-36)

sábado, 24 de abril de 2010

La Música del siglo XVII y XVIII



Se desarrolla dentro un largo espacio de tiempo, que va desde 1580 a 1760, que constituye una etapa claramente diferenciada de las anteriores por la variedad de ideas y su denodado afán de comunicación. De sus múltiples logros, tres van a centrar nuestra atención por su resonancia: la ópera, la sonata y el concierto.
La asociación de música y drama data de la Edad Media, pero será en el siglo XVII y en Italia donde la ópera se desarrolla, en todo su esplendor; adquiriendo enorme importancia social. Su centro pasa sucesivamente desde Venecia a Roma para terminar en Nápoles, donde nacerá primero la llamada ópera seria hacia 1670. Se trataba de una composición creada para voces solistas, en la que la parte del héroe correspondía a sopranos varones, los castrati, cuya fama les convierte en las vedettes de la época. La estructura de las obras estaba formalizada en tres actos divididos, a su vez, en varios cuadros, predominando siempre la melodía sobre el texto. Este desarrollo operístico varió en el caso de compositores importantes como Scarlatti (1660-1725) cuya contribución al desarrollo de la ópera napolitana es decisiva y cuya labor concediendo relevancia a la obertura que precede al drama será el punto de partida de la sinfonía. También prepara el camino de la Ópera Buffa, una de las grandes creaciones del período. Surgida a partir de los intermezzi ejecutados entre los actos de la ópera seria, le separan de ésta: su preferencia por formas musicales más libres armónicamente; sus argumentos, reales; sus personajes, extraídos de la vida cotidiana, y el uso de voces sólo naturales, excluyendo, por tanto, a los castrati.
Estas características alejan también a la ópera buffa de la cómica francesa, donde el único cambio respecto a la seria son los argumentos. La obra buffa más famosa fue “La Serva Padrona” (1733), de Pergolessi (1710-1736). El éxito obtenido por este tipo de composiciones operísticas atrajo a los autores de la forma tradicional que pronto escribieron en ambos estilos.
De Italia, la Ópera Napolitana pasó a Europa. En Viena, el teatro Josefino le abre sus suntuosas puertas a partir de 1708. Hamburgo inaugura el primer teatro público fuera de Italia en 1678 y ve florecer a comienzos del dieciocho una Ópera Alemana de la mano de Keiser y Telemann, que sucumbirá a partir de los años cuarenta ante el empuje italiano. Al otro lado del canal de la Mancha, el arraigo de “la ópera seria”, corre paralelo a la aparición de la ópera de baladas inaugurada por “Pepusch” con “La ópera del Mendigo” (1728), en la que satiriza al gobierno, presenta los bajos fondos e incluye canciones populares. Bien recibida por el público, siguiendo su modelo se estrenan en los siguientes siete años más de 50 obras. Ellas serán el antecedente inmediato de las singspiel alemanas.
Mientras la música italiana se extiende por el Continente, Francia resiste su empuje anclada en las formas tradicionales, fiel a lo descriptivo, narrativo y racional como siempre. Cuenta con una gran figura para defender su postura, Rameau, que empezó a componer para la escena en 1723. Mas no será absolutamente impermeable, y en 1752 la primera representación en París de la obra de Pergolessi marca el inicio de la guerra de los bufones en la que los defensores del estilo antiguo, entre los que se cuenta el rey, se enfrentan al grupo pro-italiano de la reina y los ilustrados -D'Alembert, Rousseau-. En el fondo, no es sino una expresión más de ese enfrentamiento entre quienes defienden la tradición, representada aquí por la ópera heroica de mitos autocráticos, y quienes abogan por un mundo renovado, encarnado por la música nueva basada en la naturaleza, la sencillez y la razón. El asalto inicial se salda a favor de los primeros, pero los segundos no se rinden.
En el terreno de la música instrumental, los hechos más destacados son la conversión del clavicémbalo en el instrumento preferido de los creadores y la aparición de la sonata y el concierto. El término sonata, que significó hasta el siglo XVIII pieza tocada por oposición a cantata, designa ahora a las piezas de música de cámara. Ella fue la fuerza musical más revolucionaria del período y la que dominó el mundo de la composición instrumental hasta el siglo XX. Contó con una personalidad excepcional, la de Scarlatti, que compuso la mayor parte de sus 600 sonatas después de los cincuenta años cuando residía en la corte de Madrid. Solían escribirse para trío, pero muchos compositores redujeron los instrumentos a uno o los incrementaron a cinco o seis, contribuyendo, de este modo, a desmoronar la frontera con el concierto. Éste era en el Seiscientos término sinónimo de sinfonía, usada, acabamos de decirlo, en las óperas, y carecía de contenido orquestal. En el Setecientos aparece dominado por la escuela de Bolonia, donde Corelli (1653-1713) y Vivaldi (1678-1741) crearon los primeros conciertos para violín. El segundo los haría también para oboe, flauta, fagot, etc., mientras que Bach los compuso para teclado. Si la música barroca tiene su centro en Italia, sus máximas figuras, sin embargo, van a ser alemanas: Juan S. Bach (1685-1750) y Frederic Haëndel (1685-1759). Ambos iniciaron su carrera como organistas. La formación italiana del segundo le llevó a crear desde el comienzo óperas, oratorios y cantatas, así como piezas para orquesta y conjunto instrumentales, mientras que su empleo en la iglesia y su calidad de profesor influyen decisivamente para que Bach componga Pasiones, cantatas sacras y piezas litúrgicas de órgano. En cualquier caso, los trabajos de ambos establecieron finalmente un sistema tonal rico, cromático y armónico, al tiempo que hacen nacer la polifonía fundiendo la técnica del contrapunto con el estilo homofónico.

martes, 23 de febrero de 2010

Carta para convencer a un niño de ser castrado...




Esta es una carta escrita en 1685 por Charles de Saint-Evremond a M. Dery, joven paje de su amante, en Histoire des Castrats [Historia de los Castrati]. Patrick Barbier, Grasset, 1989


Mi querido niño:
No me sorprende que tengas una aversión insuperable hasta ahora por aquello que más te importa en el mundo. La gente ordinaria y poco refinada te ha hablado sin rodeos sobre tu castración. Es una expresión tan fea y horrible que habría repugnado a una mente mucho menos delicada que la tuya.

Por mi parte, intentaré conseguir tu fortuna de una manera menos desagradable y te diré, utilizando la insinuación, que necesitas suavizarte por medio de una pequeña operación que garantizará la delicadeza de tu complexión durante muchos años, y la belleza de tu voz para el resto de tu vida.

Actualmente tienes un trato cordial con el rey, te acarician las duquesas, te alaban personas de calidad. Sin embargo, cuando el encanto de tu voz se haya ido, sólo serás el amigo de Pompée y quiza te despreciará M. Stourton (el negro y el paje de la Duquesa Mazarino, respectivamente).

Pero dices que temes que las damas te quieran menos. Olvida esa aprensión. Ya no vivimos en época de imbéciles. Lo que sabemos bastante bien hoy en día es que la gloria sigue a la operación, y por cada amante con M. Dery como lo hizo la naturaleza, un M. Dery suavizado tendrá cien como ella.

Están por tanto garantizadas tus amantes, y es una gran suerte; no tener esposa quiere decir que te librarás de un gran mal -- ¡tendrás la suerte de no tener mujer, y más suerte aún de no tener hijos! Una hija de M. Dery se quedaría embarazada, un hijo conseguiría que le enviaran a la horca y, lo que es todavía más seguro, su propia mujer le convertiría en un cornudo.

Protégete de todos estos males con una operación rápida; sólo estarás comprometido contigo mismo, disfrutando de la gloria después de este pequeño asunto que te conseguirá tanto fortuna como la amistad del mundo.

Si vivo lo suficiente para verte cuando tu voz se haya roto y te haya crecido la barba, te lo reprocharé ampliamente. Evita que esto ocurra y créeme el más sincero de todos tus amigos.


(Cortesia de kindsey.com)

jueves, 11 de febrero de 2010

El castrato y el canto de los ángeles




La castración masculina es una práctica que se remonta al alba de los tiempos. En el comienzo de la historia está el mito y Freud lo destaca en Tótem y Tabú, donde desarrolla el mito darwiniano de la horda primitiva, según el cual el protopadre mataba o expulsaba a sus hijos de la horda o los conservaba a condición de castrarlos.

En el tiempo del que se ocupa la historiografía encontramos que la castración masculina se origina en el antiguo Egipto. Dice Heródoto que los "hombres dejan sus partes naturales en su propia disposición, excepto los que aprendieron de los egipcios a circuncidarse." Fue de allí de donde el pueblo hebreo tomó esa costumbre, pero también los egipcios castraban a los sirvientes de sus mujeres, los llamados eunucos. Esta tradición se encuentra también en China, en la época en que no aceptaban las mujeres en el teatro kabuki, ni en la ópera; lo cual se ilustra en películas chinas recientes como Adiós a mi concubina. Luego esta práctica pasó a la India y fue introducida en Europa por los musulmanes.

Es así como la encontramos en la España mozárabe del siglo IX, en el período islámico en que la Iglesia católica coexiste con los musulmanes, durante la invasión de los árabes. Por entonces, la iglesia tenía la prohibición, aún vigente, de que las mujeres fueran actores litúrgicos; prohibición que se extendía entonces al canto femenino en los templos. San Pablo había dicho Mulier taceat in ecclesia, las mujeres deben mantener silencio en la iglesia. Pero en aquella época, la iglesia había -no sabemos por qué- relacionado el canto de los ángeles -con el que se debía alabar al Dios creador- con las voces agudas; de este modo se prescinde de las voces femeninas y se acude a las voces blancas de niños o adolescentes, consideradas angelicales, o a voces masculinas que tendían al agudo según técnicas como el falsete o la voz de contralto.

La presencia del castrato musulmán en España fue una solución al problema de cómo presentificar la voz del ángel, pues en ellos la estirpación de las gónadas hacía que conservaran la voz aguda y la apariencia masculina, es decir que pudieran representar la personificación del ángel: de su voz y de su naturaleza asexual. Es así como la iglesia mozárabe recupera en su seno el castrato: "una atenta lectura de textos antiguos hace aparecer en el siglo XII y XIII, la existencia de castratos en la liturgia mozárabe, entre los católicos españoles y portugueses. Los registros capitulares de las diferentes catedrales de España del sur y del Portugal, confirman para el siglo XV y XVI un número importante de tales cantantes."

De este modo, esta voz angélica se expande por toda Europa, principalmente en Italia; luego, bajo la tutela aragonesa entra a la capilla pontifical que en el siglo XIX se convierte en la Capilla Sixtina; es decir, el castrato entra al corazón del vaticano.

Una reflexión que combine elementos de la historia de las mentalidades con algunas consideraciones psicoanalíticas, permite plantear el siguiente planteamiento: la voz aparece como algo amenazante al discurso del amo, del orden establecido, esto es patente en la historia de la música, hay una tentativa del amo de controlar la voz, de subordinarla a una articulación racional, incluso de fijarla en una letra, en una escritura. Esta tentativa se encuentra en la China antigua, donde el Emperador mismo legislaba en materia de música. En la República, Platón no tolera la música sino a condición de que esté estrictamente subordinada al orden del discurso. En la Edad Media, la iglesia católica se enfrenta al mismo problema, es asombroso verificar la cantidad de trabajo y el interés de los Papas y de las altas autoridades eclesiásticas tratando de regular la música; por ejemplo, la polifonía y el tritón del diablo eran notas que no debían sonar en un orden preciso llamado diabólico. El mismo Papa Pablo IV (1555-1560) prohibió las voces femeninas en la catedral de San Pedro. Hoy vemos algo análogo, cuando desde ámbitos eclesiásticos cuando se habla de mensajes subliminales diabólicos en la música Rock.

Desde el punto de vista vocal la época del cantante castrato fue el siglo XVIII. Hay que decir que eran hombres castrados pero no eunucos. La operación en sí era indolora, aunque es dudoso dado que en ese tiempo no existía aún la anestesia. De acuerdo con la descripción del doctor Meyer M. Melicow: "se sumergía al niño de cinco años de edad en un baño caliente y se le daba una bebida fuerte. Se comprimían las yugulares y cuando estaba semi-embriagado, se comprimían las gónadas y se las frotaba hasta que ya no podían palparse. Si ya poseía testículos, se cortaban con un cuchillo." El doctor Melicow afirma que, aunque la castración completa en los niños suprimía el impulso sexual, esto no impedía en ellos la formación de testosterona. Dice: "en el interior del testículo se encuentran numerosas células que elaboran testosterona y, si sobrevivían y funcionaban, posibilitaban a muchos cantantes las relaciones heterosexuales."

Se trataba, en esta una época, de recuperar la voz del ángel como objeto de goce perdido. Encontrar una voz en una estética de la imagen ideal, adornada por la falta, pues debía pasar por esa especie de castración, en un habitante excepcional de un cuerpo andrógino, que "no tiene nada", es decir asexuado, ni hombre, ni mujer, un andrógino adecuado que tenía pulmones de hombre y voz de mujer: una forma grácil de la feminidad en el límite del púber o el impúber.

Por eso hoy se habla de la voz del castrato como la voz que faltará por siempre a la ópera, voces únicas e irrepetibles. Ellos inscribieron la falta en el arte, como el Otro social había inscrito la falta en sus cuerpos. Algunos directores de ópera optan hoy por reemplazarlos con voces femeninas con timbres un poco masculinos, pero los castrato no eran ni falsetistas, ni sopranistas o contraaltistas ¿cómo eran entonces las vos de aquellos personajes magnificados luego en la leyenda? Existe un documento sonoro de Alessandro Moreschi, el último corista del vaticano, grabado en rollos de cera y con todas las deficiencias de la época, en 1904; pero también existe el montaje técnico en una sola pista de la voz de una soprano y un barítono, que fue el artificio reciente para tratar de emular en el cine la voz de Farinelli. Los castrato fueron una perfección técnica sin igual. El Abad Raguenot, en 1709, decía de esa manera de cantar:

No hay hombre ni mujer en el mundo que posea una voz como la de ellos; su voz es clara, conmovedora y estremecen el alma con su canto (...) Sus voces se asemejan a la del ruiseñor; el sonido que emiten sus gargantas sobrecoge al oyente; pueden ejecutar pasajes de gran número de compases sin interrupción, logrando ecos de esos mismos pasajes y aumentos de volumen de una extensión prodigiosa y luego, con un sonido ahogado en la garganta, exactamente igual al de un ruiseñor, concluyen con cadencias prolongadas, y todo ello, en una sola emisión de voz.

Eran entonces castrados con el propósito exclusivo de adquirir una voz especial para la ópera y para los oficios religiosos, donde secundaban las voces blancas, en distintos lugares de las naves de las catedrales, lo que daba al recinto una sonoridad misteriosa, irreal, única.

La "cirugía" buscaba atrofiar los caracteres sexuales secundarios: la barba, el bigote, la vellosidades y la voz grave, sin transformarlos en eunucos de harén. El objetivo era privarlos de la testosterona para conservar la voz con timbre agudo, intensamente rico en tonos armónicos y con extensión vocal. Tenían por tanto una facilidad extraordinaria para realizar proezas vocales con un volumen que sobrepasaba cualquier otro cantante o instrumento aún en tono bajo su voz sobresalía por encima de la orquesta.

A comienzos del siglo XVIII los castrato se convirtieron en el signo de la ópera italiana, y aunque la revolución francesa prohibió los castratos por la brutalidad de la cirugía a la que eran sometidos, éstos prosperaron como una industria en Italia. Algunos autores hablan de más de dos mil mutilaciones por año en el siglo XVIII sólo en Italia. Pues ser castrato equivalía a ser rico y famoso. Los padres con muchos hijos no lamentaban un niño menos cuando lo castraban y moría, mientras que si sobrevivía lo enviaban a la escuela de canto y se hacía famoso, y quedaba solucionando para siempre el problema económico de sus familias. Hay que recordar que el sentimiento familiar y hacia el niño no era el mismo en esa época que en la nuestra como lo ha ilustrado bellamente Philippe Aries.

Luego iban a las escuelas de música donde no llevaban una vida fácil: desde el amanecer hasta el anochecer se dedicaban a la música, a pulir su técnica, a hacer ejercicios frente al espejo, a estudiar solfeo, técnica vocal, armonía, contrapunto, composición, ornamentación, ejecución del clavicordio, historia de la música, humanidades y estudios relativos a la cultura general y la buena postura.

Preparados para actuar en público, algunos de ellos llegaban a poseer una voz que abarcaba tres octavas cromáticas y más aún ascendiendo y descendiendo y efectuando trinos en cada nota, lo cual es una proeza musical; los especialistas dicen que algunos alcanzaban un Fa agudo a todo volumen, lo cual es casi inhumano; podían sostener una nota aumentando o disminuyendo su volumen, ejecutar trinos con intervalos que iban de semitonos a terceras, controlaban tan bien la respiración que podían prolongar una frase musical casi hasta el infinito y eran maestros de coloratura. Tenían los pulmones de los buscadores de perlas que bucean en Indonesia; algunos lograban cantar durante sesenta segundos sin detenerse para respirar.

Por entonces, la ópera era más espectáculo que teatro, los argumentos se basaban en la mitología. Una revelación musical , recordada por los tratadistas de ópera fue el Orfeo y Euridice de Claudio Monteverdi, que se estrenó en Mantua en 1906, en esa representación el papel de Euridice fue interpretado por un castrato, que además era un religioso, se trataba del padre Girolano Bacchini.

La forma preponderante del canto en la época era el aria da capo, en la cual, el cantante entonaba la primera parte tal como estaba escrita en la partitura y luego da capo, que significa desde el principio, recomenzaba pero añadiendo toda clase de adornos y variantes a la parte inicial.

La voz del ángel, la voz de fuera del sexo, interpretó los roles masculinos y femeninos más importantes de las óperas de los primeros siglos, en papeles bastante viriles, sin prestar atención al real del sexo del personaje: guerreros, capitanes, emperadores. Julio Cesar hoy es cantado por una mesosoprano, pero en la época fue interpretado por un castrato, y no era por falta de cantantes que interpretaran roles de gran virilidad, sino por la especificidad de la voz del castrato.

En cuanto a su humanidad, al contrario de ser despreciados por su condición, desataban pasiones desbordantes entre las mujeres e incluso entre los hombres. Para ellos, escribieron Vivaldi, Peregolesi, Gluck, Rossini, Mozart entre otros.

Toda Europa hacía ecos de los romances de estos primeros héroes de la música, a pesar de que tenían una apariencia grotesca y extraña: algunos altos, de raras proporciones, gran torso y piernas muy delgadas, algunos tenían caderas femeninas o pequeños senos. Las mujeres de la clase alta encontraban en ellos algo exótico, rutilante y sin los riesgos de la fecundación, algunos fueron homosexuales o grandes seductores, e incluso, uno de ellos, Caffarelli, estuvo a punto de morir a manos de un marido celoso. Manchesi se vio envuelto en un gran escándalo en Londres, cuando una dama abandonó marido e hijos para escaparse con él. Pacchierotti tuvo un romance en Nápoles con la Marquesa Santa Marca, cuyo amante urdió un complot para asesinar al cantante. Velluti persiguió mujeres por toda Europa y vivió durante un tiempo con una Duquesa Rusa. Durante las presentaciones, las personas se desmayaban, alguna vez alguien gritó en una representación: "Farinelli , un Dios". Esto ilustra hasta qué punto la adoración de la voz en esta época hacía enloquecer a los admiradores y transgredir las estrictas reglas morales.

Carlo Boschi, más conocido como Farinelli fue llevado a España por Isabel Farnese, esposa del rey Felipe V, que sufría de melancolía. Entre los síntomas de este rey triste estaba su aversión al baño y al cambio de ropas, y Farinelli, el cantante más famoso del mundo, lo curó. Desde entonces se hicieron inseparables y mucha gente decía que durante los veintidós años de residencia de Farinelli, era él quien verdaderamente gobernaba España. Allí dirigía la Capilla Real, diseñó el nuevo teatro de la ópera, importó caballos de Hungría, colaboró con los ingenieros que modificaron el curso del río Tajo, puso en escena óperas italianas, y entre sus obligaciones, durante diez años, cantó cuatro canciones, siempre las mismas, todas las noches para el rey.

Cuando murió Felipe V, Farinelli trabajó para Fernando VI; en 1759 Carlos III le entregó una cuantiosa pensión, con la cual se retiró a Boloña, rodeado de recuerdos, con una hermosa colección de objetos de arte y una gran variedad de instrumentos musicales; desde allí se convirtió en una leyenda.

Los castrato eran inmensamente ricos, fueron la desesperación de los directores de ópera y de los teatros por las sumas que pedían. Los honorarios de un Farinelli eran tan exagerados que había "arruinado a todos los que ofrecían óperas en Venecia y vaciado los bolsos más abultados de Italia." Cuando en 1766 en Londres, un Dandy vivía con 200 libras al año, Caffarelli, un castrato famoso, ganaba 5.000 libras por cantar durante algunos meses. Luego gastaban estas fortunas viviendo como príncipes o duques, se hacían construir palacios, compraban ducados.

Luego de que los enciclopedistas de la Revolución Francesa prohibieron las castraciones, la Iglesia católica tuvo una actitud bastante ambigua, pues también prohibió la castración, pero acogían a los niños castratos en los coros de las iglesias, e incluso se vela púdicamente los ojos con razonamientos como el citado por Gaumy: "La voz es una facultad más preciosa que la virilidad, ya que es por la voz que un hombre se distingue de los animales. Si entonces, para embellecer la voz, es necesario suprimir la virilidad, se puede hacer esto sin impiedad. Pues las voces de soprano son tan necesarias para cantar las alabanzas al Señor, que no importaría para adquirirla dar un precio demasiado elevado." Se trata de un goce que se encuentra al servicio del proyecto religioso en una perspectiva santificadora.

Por supuesto que también hay opositores, Jean Jacques Rousseau en su Dictionnaire de musique dice: "En Italia se encuentran padres bárbaros que, sacrificando la naturaleza a la fortuna, entregan sus hijos a esa operación, para el placer de gentes voluptuosas y crueles que osan buscar el canto de esos pobres desgraciados."